miércoles 26 de junio de 2024 - Edición Nº3016
Primer Argentino » ARGENTINA » 24 ago 2018

Nacionales

El secuestro de Mauricio Macri: del encierro en un ataúd a una millonaria liberación

El 24 de agosto de 1991 fue raptado de la puerta de su departamento. Tras 12 días cautivo, y un pago de seis millones de dólares, fue dejado en libertad.


La vida de Mauricio Macri cambió el 24 de agosto de 1991. Aquella noche, el actual Presidente de la Nación fue secuestrado por un grupo de personas que lo tuvo doce días cautivo en el sótano de un taller en la avenida Garay y Chiclana. Tras el pago de seis millones de dólares fue liberado en el Bajo Flores. "Fue toda una pesadilla. Algo en mí cambió para siempre", recordó el propio Macri tiempo después.

En aquel entonces Mauricio Macri tenía 32 años y no era ni el presidente de Boca ni de Argentina, sino que era conocido como el hijo del poderoso empresario Franco Macri y como el vicepresidente de la Sociedad Macri (SOCMA). Esa noche, tras estacionar su Peugeot 505 cerca de su domicilio en Tagle 2804, fue sorprendido por cuatro hombres, quienes desde un primer momento dejaron en claro que no se trataba de un simple robo: lo golpearon, desvistieron, maniataron con alambre y cinta adhesiva, encapucharon y obligaron a meterse en el ataúd donde –según él mismo relató luego- no podía ni respirar.

Los delincuentes se habían organizado en tres vehículos: un Fiat 600, con el comisario Camilo Ahmed al volante y el sargento de la Federal Juan Carlos “El Pelado” Bayarri de copiloto, un Ford Falcon de color gris plomo conducido por ex carapintada Héctor Ferrer y una combi Volkswagen, donde estaba Macri dentro del ataúd. Los secuestradores fueron los integrantes de la llamada "banda de los comisarios", policías que se conocieron en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal en los años 70, de donde se nutrían habitualmente varios grupos de tareas de la dictadura.

Tras alrededor de media hora sobre la combi, la banda de secuestradores llevó a Macri al sótano de un taller en avenida Garay 2882, donde lo esperaba una habitación de 3x3 metros apodada "La caja". Entre el miedo y la incertidumbre, el actual presidente de la Nación, hasta tuvo que ser medicado con antibióticos.

El propio Macri relató todo lo que le tocó sufrir en esos días de encierro: "Siempre vendado, me sacaron del ataúd y me llevaron caminando por la casa. Luego, abrieron una puerta y me arrojaron sobre una cama. Allí me colocaron unas cadenas en los tobillos, que estaban unidas a otra sujeta al suelo", contó. Allí también había estado secuestrado cuatro meses el empresario Sergio Meller, quien fue raptado por la misma banda hasta que se pagaron 4 millones de dólares por su rescate.

Mientras tanto, la banda de secuestradores negociaba el pago del rescate con su padre, Franco Macri, que fue pautado en 6 millones de dólares. El 5 de septiembre, finalmente el calvario terminaría: cerca de las 22, los secuestradores trasladaron a Macri de "La caja" al baúl de otro auto y manejaron por alrededor una hora.

Hubo primero más miedo ante una posible ejecución, pero luego alivio: Macri fue liberado en el Bajo Flores, cerca de la autopista Riccheri y Dellepiane. Allí, los secuestradores lo dejaron salir del auto con una venda en sus ojos y las manos atadas. Tras su partida, el empresario pudo librarse y logró tomarse un taxi hasta su oficina personal, ubicada en Florida y Paraguay. Desde allí llamó a su familia para que lo vayan a buscar.

Actualmente, ninguno de los ocho condenados por el secuestro está preso. La banda cobró seis millones de dólares en efectivo -uno de los que llevó el dinero hasta un baldío de la Isla Maciel fue el amigo de Macri, Nicolás Caputo-, pero sólo se recuperaron dos.

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