sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº2949
Primer Argentino » ARGENTINA » 4 nov 2018

Sociedad

El horror, demasiado cerca: 132 nenas de entre 2 y 12 años fueron asesinadas en la última década

Son datos de la organización La Casa del Encuentro. El relevamiento también arrojó que son 13 las víctimas en lo que va de 2018. Como en los casos de Sheila y Estefanía, cuyos victimarios serían del círculo familiar, en la mayoría de los hechos registrados, los agresores pertenecen al núcleo más cercano de las niñas.


Fueron dos semanas en las que sus rostros y nombres ocuparon las pantallas, los titulares de los sitios de noticias y las páginas de los diarios. Ambas representan un drama que se repite en el país.

Sheila Ayala, de 10 años, fue encontrada muerta en el barrio El Trujui de San Miguel, donde vivía. La tiraron por un hueco, entre dos paredes donde los vecinos solían poner la basura. La reconstrucción de los hechos indica que fue estrangulada. Por el crimen, fueron detenidos sus tíos Fabián González y Leonela Ayala.

En realidad, en los asesinatos de menores, casi siempre el agresor es del círculo más cercano. Es así porque generalmente el niño está con alguien cercano, con alguien en quien la familia confía.


Días después, el caso de Estefanía Bonome volvió a conmocionar al país. La niña, de solo 9 años, fue encontrada a metros de la estación de tren de José Mármol, también con signos de haber sido violentamente asesinada. El principal sospechoso, y quien confesó el crimen, fue su primo.

Pero Sheila y Estefanía son dos de las ya trece las niñas que fueron víctimas de femicidio en lo que va de 2018 según datos de La Casa del Encuentro, la asociación civil que trabaja sobre derechos de las mujeres y que- desde hace años- registra los casos de violencia de género en todo el territorio nacional desde su observatorio.

"En realidad, en los asesinatos de menores, casi siempre el agresor es del círculo más cercano. Esa es una diferencia con los femicidios de adolescentes o adultas. Es así porque generalmente el niño está con alguien cercano, con alguien en quien la familia confía", dice Ada Rico, presidente de la asociación.

Los datos también indican que, en 2011 y 2017, se registraron las cifras más altas de femicidios de niñas de entre 2 y 12 años, con 25 y 15 casos respectivamente. En total, en la última década, se produjeron 132 femicidios de menores de esta franja etaria y 33 de niñas de entre 0 y 23 meses.

"Todos los años vemos cómo las niñas son tomadas como si fueran un objeto descartable y cómo terminan siendo asesinadas en la mayoría de los casos tras un intento o un abuso sexual consumado", asegura Rico.

Con respecto a las características de los agresores, agrega: "El perverso logra la confianza de la menor porque tiene la confianza desde la familia. Estas personas suelen tener una doble fachada. Es un agresor que, cuando sucede el hecho de un asesinato, el círculo cercano dice: 'No lo podemos creer porque era una persona muy agradable'. Toda esa simpatía que derrama hace que pueda captar la confianza de la familia y del menor".

En la misma línea, Laura Quiñones Urquiza, diplomada en Criminología, observa: "Lo que hacen es que no solamente seducen a los niños sino a los padres. Esos suelen ser los primeros seducidos".

En cuanto a las medidas que se deben implementar para proteger a las niñas frente a la violencia en el seno de sus círculos más cercanos, la presidente de La Casa del Encuentro, señala: "Hay que trabajar mucho con las personas que están a cargo de los menores para que realmente visibilicen la situación. Especialmente, en las familias de los sectores más vulnerables, donde termina siendo naturalizado. Y también por cómo incide el temor a que la Justicia no actúe como tiene que actuar, algo que también se ve en las personas adultas".

En ocasiones, los agresores utilizan la cercanía a la víctima para convencer al entorno de que es "portavoz" de la búsqueda o del pedido de Justicia por el hecho (sea abuso y/o crimen). "Eso les da cierto manejo de la situación para desorientar la investigación, alejarla de ellos mismos, -explica Quiñones Urquiza-. Los sitúa a ellos como los menos sospechosos y además les da la posibilidad de intentar saber qué hace la policía y hacia dónde va la investigación. Se han dado casos de asesinos seriales que hasta han participado de rastrillajes comunitarios, pero para eso hay que tener frialdad y cinismo".

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